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El Internet de las Cosas es un concepto que se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos con internet. La primera aplicación del Internet de las Cosas, en 1990, fue conectar una tostadora a internet para poder manejarla desde cualquier lugar del mundo, pero hoy en día sus usos se extienden mucho más allá: apps inteligentes, automatización del tráfico, seguimiento de indicadores de salud, señalización digital y vehículos inteligentes como el automóvil sin conductor de Google son solo algunos ejemplos. En 2011, el número de dispositivos conectados a internet superó por primera vez al de habitantes del planeta. El estudio de IDC analiza el gasto mundial en Internet de las Cosas en diferentes sectores de actividad. Las mayores previsiones de crecimiento de mercado corresponden a la señalización digital en comercios, que pasará de 6.000 millones de dólares en 2013 a 27.500 millones en 2018, lo que supone una tasa de crecimiento anual compuesto (TCAC) del 35,7 % para los próximos 5 años. También destaca el uso de Internet de las Cosas en el mercado de la fabricación de productos, que pasará de los 42.200 millones de dólares en 2013 a los 98.800 millones en 2018. Para este año se prevé un gran crecimiento el el sector de los vehículos inteligentes, con un crecimiento anual del 34,8 %. El Internet de las Cosas supone una gran oportunidad de negocio para las empresas, sea cual sea su tamaño. Por un lado, se trata de un sector en pleno auge y lleno por tanto de nuevas oportunidades de negocio para poner esta tecnología al servicio del consumidor y responder a sus necesidades de manera más eficiente. Por otro lado, la automatización de los procesos de la compañía mediante la conexión directa a Internet permite eliminar errores y redundancias y procesar los datos de manera más eficaz. Una de las características más destacadas del Internet de las Cosas es la inmensa cantidad de información que genera. Si pensamos en el ejemplo de un coche, podemos obtener datos continuos de geocalización, velocidad, consumo de gasolina, estadísticas de conducción… Todo este volumen de datos necesita de aplicaciones especiales para su almacenamiento, seguimiento y procesado, de ahí la estrecha relación entre Internet de las Cosas y Big Data. Gracias a las tecnologías de procesamiento Big Data, es posible convertir esta acumulación de datos procedentes de diferentes dispositivos en información accionable para las empresas sobre el uso de sus productos y las posibilidades de marketing de los mismos. La hipersegmentación de las ofertas en tiempo real deja de ser ciencia ficción para convertirse en realidad. La otra cara de la moneda son las preocupaciones por la privacidad de los usuarios de dispositivos conectados al Internet de las Cosas. En definitiva, el Internet de las Cosas y el Big Data son herramientas imprescindibles para el futuro de las empresas de cualquier tamaño. Aprovechar todo su potencial requiere contar un departamento de TI al día y, por supuesto, recurrir a ayuda externa para organizar el cambio en caso necesario. Fuente: IDCPost relacionados:
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