Desde que se utilizara el primer sistema de almacenamiento digital de la historia, la memoria de tubo Williams, algo que ocurrió en el año 1947, el sector ha cambiado mucho. Ha pasado a través de distintas épocas necesarias hasta que por fin el almacenamiento se ha estabilizado en la forma de la nube, donde ha encontrado lo que había estado buscando durante tantos años: una capacidad infinita. Pero para entender las ventajas del almacenamiento en nube hay que echar la mirada atrás y ver cómo se puede comparar a los recursos del pasado.
Si te interesa este tema, no te pierdas esta guía gratuita que puedes descargarte en PDF:
Las primeras unidades de almacenamiento
El mencionado primer sistema, la memoria de Tubo Williams, nació con una capacidad de solo 0,0625 KB, algo que en la actualidad resulta irrisorio, pero que en el pasado resultó un gran descubrimiento. Proporcionaba una velocidad que se establecía en un nivel de 1,2 milisegundos por cada una de las instrucciones. Tardó tres años en recibir una sucesión, que llegó en la forma de la memoria de Tambor magnético. Se cambió la filosofía y ya se vislumbraron elementos que nos mostraría cómo serían en el futuro los platos de disco duro modernos. La capacidad de almacenamiento había crecido hasta una cifra redonda de 10 KB.
En 1951 se cambió el status quo con el uso de las cintas. Fue con la presentación de Uniservo, proporcionando una capacidad de 128 bit por cada pulgada. No pasarían muchos años hasta que naciera el primer disco duro tal y como los hemos ido conociendo en años posteriores. Fue en 1956 y se trató del IBM 350. Permitía un almacenamiento de 4,4 MB y era un poco precario en cierta manera, dado que consistía en la combinación de 50 discos de 24 pulgadas que se encargaban de girar a 1200 revoluciones por minuto.
Para 1972 llegaba la presentación de un método que estuvo vigente durante años: el casete de cinta. Permitía guardar 660 KB en cada cara de la cinta y resultaba lo suficientemente económico como para que se alzara como uno de los sistemas de almacenamiento líderes durante un buen puñado de años. Esto no impidió que en 1976 llegara el disquete de 5,25 pulgadas con espacio de 1,2 MB. En los 80 hubo varias iniciativas de empresas informáticas, como el IBM 3380 y el ST-506, que aumentaron las capacidades hasta 5 MB. Y en 1987 se daría un golpe sobre la mesa con la cinta de sonido digital que permitiría hasta 1,3 GB.
La actualidad devora el pasado
Los años 90 son un tiempo de innovación y de desarrollo. En 1990 nace el CD con espacio para 700 MB y un perfil económico que garantizaba una buena sucesión a la cinta. Tres años más tarde se introduce el MiniDisc con 140 MB y en 1994 el Zip con 100 MB. A mediados de los 90 el DVD con 4,7 GB entra en escena, seguido del Barracuda Seagate de 2,5 GB y del IBM 170 de 170 MB. En el año 2000 se presenta la memoria flash con 8 MB, la tarjeta SD con 32 MB y la unidad de estado sólido con 64 GB.
Varios añadidos en cuanto a la historia de la unidad de almacenamiento hacen que todo se prepare para el momento del clímax: el estreno del almacenaje en nube. Es entonces cuando todo cambia. La preocupación máxima de los desarrolladores: la cantidad de espacio, desaparece gracias a las maravillas que supone poder tener conectada información relevante o archivos en cualquier lugar. La nube se apodera de todo y se extiende por doquier. Sus ventajas son claras y prometen reinar durante mucho tiempo, desde el acceso a una infraestructura adecuada hasta la ausencia de límites en capacidad o la proyección que tiene este tipo de soporte.
Los expertos en tecnología, gestores de sistemas y técnicos, comienzan a olvidar que existieron tiempos en los que los servidores estuvieran en su propio entorno de trabajo. Todo se lleva a un ambiente externo, un lugar controlado por los gestores de los servidores para que los especialistas TI puedan descansar y no preocuparse de todo lo que ocurra a su alrededor. En definitiva, es una era en la que la unidad de almacenamiento preferida de los usuarios y profesionales es la nube gracias a sus muchas ventajas y oportunidades. Y gracias a que ya no hay límites en la nube, los especialistas encargados de crear estos servicios han comenzado a volcar su inteligencia en mejorar otros aspectos. De momento la nube embelesa y se gana el corazón de todos los profesionales.